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La mujer como "objeto" de la calle

Son las 2 de la tarde y Vanessa se dirige caminando hacia la universidad que queda solamente a 10 minutos de su casa, ubicada en Montes de Oca.

 

Sentados en una acera se encuentra un grupo de hombres fumando y riendo.

 

-“Rica mami reventada”- dice uno de los hombres cuando  ella pasa al frente, le toca su trasero y los otros no hacen más que reírse y seguirle la corriente.

 

La joven quién se muestra avergonzada y enojada aumenta la velocidad de su paso y al llegar al destino sus ojos se encuentran llorosos del disgusto que acaba de sufrir.

 

Lo que no sabe es que vengo detrás de ella caminando, me percato de lo sucedido y cruzo la calle para evitar que me suceda lo mismo.

 

Al llegar a la universidad me acerco a la joven, le consulto su nombre y le pregunto:- ¿Se encuentra bien?

 

Con furia responde-¡Estoy harta! Viejos depravados que creen que ese tipo de comentarios  y acciones lo hacen sentir a uno bien cuando lo que me provocan son náuseas.

 

Como Vanessa existen miles de historias similares que ocurren todos los días en Costa Rica. Adriana Sánchez en la Revista Paquidermo escribe un artículo titulado “Cuerpos y destinos” que relata una historia propia asociada con el acoso sexual callejero.

 

 

 

 

 

“Mi cuerpo, que fue dejando paulatinamente de ser mío, pasó a ser, ese día, un objeto del orden del dominio público…” escribe Sánchez en su crónica.

 

Algo "normal" en Costa Rica

 

Existe un problema en nuestra sociedad al “aceptar” este tipo de conductas y dejarlas de lado antes de denunciarlas por temor a que nos pase algo. Aunque hay quién se atreve a tomar acciones al respecto, existen otras que lo único que hacen es bajar la cabeza como si hubiesen sido castigadas.

 

Y hablo de “ellas” porque son los casos más comunes, pero también están los hombres quiénes en algún momento han sido objetos de la calle.María José Cascante, politóloga, publica un artículo de opinión en el periódico La Nación titulado “El acoso sexual callejero en Costa Rica”.

 

“El acoso callejero es agresión, no es un halago…” dice un extracto de lo expuesto por Cascante.

 

Debemos de tomar acciones, valorarnos, sentirnos confiadas y defender nuestra integridad humana.Para ello, es necesario DENUNCIAR los actos morbosos que violentan nuestra seguridad para darle paso a una sociedad más civilizada.

Fotografía tomada del sitio web desmotivaciones.es

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